Cada año, miles de personas se pasan el mes de febrero pensando en regalos de amor. Porque el 14 se celebra San Valentín, el día de los enamorados, y aunque no seas un fan del santoral, cualquier excusa es buena para demostrar tus sentimientos a la persona que amas.
Es, por lo tanto, el momento perfecto para regalar joyas personalizadas.
Y te voy a explicar por qué, con la historia real de una joya personalizada muy especial (historia que me han pedido contar), que será entregada dentro de muy poquito. Léela porque te va a encantar.
Una historia de vida y sueños
M. y J. son una pareja en la treintena. Compañeros de trabajo en una empresa corriente, cada uno con sus vidas (grises), que se encontraron y congeniaron y se hicieron amigos. Y como el roce hace el cariño, empezaron a enamorarse. Pero como también es roce, sus grises vidas empezaron a erosionarse con la fuerza de ese amor naciente.
Y lo dejaron todo para perseguir sus sueños y una nueva vida. Una vida que tuviera sentido, en la que el amor cimentara la relación, y en la que ambos pudieran luchar por sus sueños y aspiraciones profesionales.
Y como todos sabemos, nunca es fácil, y con la crisis menos.
Llevan ya unos años de lucha. Y funciona. Llegó un matrimonio, llegaron algunos éxitos, pero también llegaron fracasos, como siempre ocurre, y problemas a carretadas. Llegó un bebé, el no dormir, el no poder concentrarse. Llegó la tensión, y uno de esos momentos donde se pone a prueba la solidez de una relación.
Todo esto me lo contó J. hace unas semanas, cuando me contactó para encargarme un anillo de plata muy especial. “Cuéntalo en tu blog”, me pidió cuando el anillo estuvo acabado, y con la condición de no publicar sus nombres completos. Le hacía ilusión que explicara la historia, porque la relación superó aquella prueba.
Cuando dos personas se aman y ponen empeño en amarse, antes o después llega la conversación y tapas las grietas. Nuevos planes, nuevas estrategias.
Y por fin va llegando “la buena suerte”. Esa que, a diferencia de la “suerte normal”, nos la explica Alex Rovira de forma magistral en forma de cuento en su libro “La buena suerte”. (te dejo el enlace, por si tuvieras tiempo de escucharlo) Esta “buena suerte” les ha dado ese impulso y ánimo. Y ahora, J. quiere aprovechar San Valentín para tener un detalle con M. a la altura de sus sentimientos.
Un regalo único y exclusivo, pensado sólo para ella. De ahí el encargo que dio origen a esta historia que os acabo de explicar.
La esencia de las joyas personalizadas es el amor y el conocimiento
M. es filóloga inglesa. Lucha por establecerse como traductora, y lo está consiguiendo con mucho esfuerzo. Y como en todas las tareas titánicas, a veces uno cae en el desánimo, empieza a pensar que no lo conseguirá.
M. empezó su particular romance con la lengua inglesa de jovencita, gracias a las novelas de Jane Austen. M conoce de memoria algunas de sus frases favoritas de esas novelas, en inglés original.
Y J. me encargó un anillo en el que se viera grabada una de esas frases, aquella con la que empieza la novela favorita de M, Orgullo y Prejuicio:
“It’s a truth universally acknowledged…”
Y esto es lo que hicimos:
¿El resultado? Lo sabremos el 14 de Febrero de este año, J. ya se ha comprometido a explicarnos qué tal fue, así que lo leeremos en los testimonios.
Pero un regalo pensado con tanto amor, tan exclusivo para esa persona, tan auténtico, funciona siempre.
Si tú también tienes una historia de amor, y quieres plasmarla en el regalo perfecto para el día de los enamorados, entonces contacta conmigo y juntos le daremos la forma ideal. Aquella que le llegue al corazón y al alma.
Porque regalar joyas personalizadas en San Valentin es un acierto seguro.