Si te hablo de oro pensarás en joyas. Cuando uno piensa en el oro imagina anillos, colgantes de reluciente amarillo dorado, lujosas coronas como aquella que vimos de Recesvinto.
Pero no: hoy te hablo del oro, pero no para lucirlo, sino para ingerirlo. Hablamos del oro comestible. Que está cada vez más de moda… pero que se utiliza desde que el hombre es hombre.
El oro comestible en la Historia
Está probado que en el Antiguo Egipto se elaboraban panes rellenos de oro en polvo, que también espolvoreaban por encima.
En los banquetes de los grandes emperadores romanos se servían inmensas tartas recubiertas de finas láminas de oro.
¿Era algo al alcance solo de faraones y emperadores? No. Durante la Edad Media (sobre todo a partir de la segunda mitad, cuando la cultura y gastronomía clásicas regresaron a Europa vía Islam), el polvo de oro siguió utilizándose en las cocinas pudientes para elaborar complicados platos dorados.
Precisamente, la Edad Media fue una época de gran riqueza en cuanto a gastronomía, aunque os pueda parecer una locura. La pobreza y la miseria generalizada de la población contrastaba con la sofisticación de la nobleza, que vemos reflejada en los diferentes recetarios y libros de cocina que fueron proliferando.
Imaginad un banquete medieval en honor de algún emisario importante, en el que entra un barco gigante de mazapán relleno de pescado; una jaula de plata llena de faisanes asados, o un cochinillo entero recubierto de oro.
Se trataba de impresionar, de que se hablara de las cocinas de tal o cual castillo.
Imaginad el efecto en las clases populares cuando salían los sirvientes de aquellas cocinas, y explicaban en casa que habían visto un cochinillo, o un pastel, completamente cubierto de oro.
Señal de lujo.
El oro comestible es comestible, sí
Pero no era un lujo suicida. El oro se puede comer. No puedes comerte un anillo, pero sí puedes ingerir pequeñísimas cantidades de oro en polvo o en láminas, siempre que sea oro fino (o sea, oro puro, de 24 quilates), o en aleación como máximo con plata 999, es decir , pura que también es digerible.
Cualquier otra aleación puede ser tóxica.
Foto de: www.orocomestible.com
No tienen ningún gusto definido, es completamente neutro. Si te comes una deliciosa tarta Sacher recubierta de láminas de oro… paladearás la Sacher, y nada más. Pero esa textura del oro deshaciéndose en tu boca, o el simple hecho de cortar un pedazo de oro y comértelo… eso sí es una experiencia interesante.
Y como era de esperar, antes o después tenía que volver a la primera línea de la cocina. Hace un par de Navidades que se populariza el cava con oro. Y desde hace algunos años, chefs del prestigio de Ferran Adrià, Carme Ruscalleda, Arzak etc lo incorporan a sus platos.
Pero ya no estamos en la Edad Media. Ahora, lo que sale de las mejores cocinas, se acaba reproduciendo de alguna manera para todos. Y ya existen actualmente empresas que comercializan oro comestible para espolvorear. Sigue siendo caro, pero ya no es prohibitivo.
¿Tú ya lo has probado? Si es así, ¡comparte tu experiencia con nosotros y cuéntanos qué tal!