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Es la muerte, uno de los procesos naturales del hombre, al que todos estamos destinados a llegar. Pero ¿quién dice que la vida no es eterna? Después de muerto podemos seguir existiendo, ahora como diamantes. Aunque parezca un sueño, la ciencia ha avanzado tanto y actualmente es posible convertir un cadáver incinerado en un diamante.
Una idea maravillosa
Suiza fue uno de los países europeos que estuvo a la vanguardia en la práctica de cremaciones. Por tal razón dos jóvenes suizos, Rinaldo Willy y Veit Brimer, iniciaron una conversación que terminaría en una idea novedosa y lucrativa. El tema del debate era si los familiares no podían hacer algo más con las cenizas del ser querido, algo que no fueran las viejas tradiciones de esparcir las cenizas en el mar o guardarlas en una pequeña caja o urna de madera preciosa.
Los conocimientos de física y química de Brimer y Willy, les permitió percatarse de que la composición del agua que se obtiene luego de la cremación es muy similar a la que se obtiene en el proceso de creación de un diamante.
Esta fue sin dudas, una idea maravillosa. El tener que ir al cementerio o rezar ante una urna siempre nos recordará el dolor de la pérdida de nuestro ser amado, sin embargo, tener un diamante, símbolo de eternidad para muchas culturas, es diferente. La belleza de esta gema, nos recordará la belleza de aquella persona que ya físicamente no nos acompaña y los muchos buenos momentos que vivimos junto a él o ella. Desde un punto de vista emocional, es más reconfortante tener un diamante que identifique a la persona que ya no está pero que de muchas maneras continúa acompañándonos.
Una empresa próspera
Esta idea tuvo luz verde y gran aceptación por muchos, más aún después de que la iglesia Católica de manera abierta se pronunció no en contra de esa práctica, diciendo además que no es esto un pecado.
Sin ninguna dificultad cada persona, después de examinar los diseños de diamantes predeterminados, puede elegir la forma y tamaño del diamante en que desea convertirse. También, podemos decidir si queremos incrustar el diamante en un zócalo o en un anillo. Pues sí, aunque la idea no agrade a algunos, más de una persona ha solicitado incorporar el diamante proveniente de las cenizas del fallecido esposo a un anillo o colgante, para sentir su presencia y compañía eternamente. Curioso, ¿no crees?
Mente abierta a las nuevas ideas
Las buenas ideas, tal y como esta de los diamantes, surgen en determinadas ocasiones, de la nada o de una simple conversación. Lo más importante es lo siguiente: no reprimas tu creatividad; analiza, por muy simple que te parezca cualquier idea que te surja, de esta manera podrás tener un nuevo pasatiempo o un magnífico y emprendedor negocio. Deja volar tu imaginación y crearás algo sin precedentes. ¡Buena suerte!
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